¿Sabías que internet sí contamina? ¿Y que afecta al planeta y a nuestra mente? Nosotros tampoco.
Ese es el mensaje de cabecera que el banco online holandés ING utiliza en su campaña de promoción de su programa Bienestar Digital: una iniciativa que busca transformar la forma en que los usuarios interactúan con la tecnología y el universo digital, promoviendo hábitos más conscientes y sostenibles.
El objetivo principal de Bienestar Digital es informar y concienciar sobre el impacto ambiental y social de nuestras actividades en línea. Por ejemplo, se revela que acciones aparentemente simples como enviar correos electrónicos o almacenar datos en la nube contribuyen significativamente a las emisiones de CO2 y al consumo de recursos como el agua o la energía eléctrica, dado que la información guardada se encuentra literalmente conservada en servidores y discos duros gigantes que requieren altos niveles de refrigeración.
Si internet fuera un país sería el sexto más contaminante en emisiones de CO2.
Sin embargo, el proyecto no se limita solo a la dimensión ambiental; también aborda cuestiones de salud digital, como la “nomofobia” (el miedo a estar un tiempo sin el teléfono), o el padecimiento de estrés ante el bombardeo de estímulos, a través de la llegada constante de mensajes y notificaciones.
El 70% de la población mundial sufre nomofobia.
En ese sentido, el banco se ha animado a ir más allá y a llevar su iniciativa del plano discursivo al de la acción, ofreciendo consejos (guardar menos fotos; borrar la casilla de e-mails; disminuir la cantidad de grupos de chat), herramientas y recursos en su página web, donde los usuarios pueden acceder a información detallada y consejos prácticos para gestionar mejor su consumo digital. Este compromiso se extiende también a las operaciones internas del banco, que asegura utilizar energía 100% renovable y estar en proceso de mejoramiento de su huella ambiental.
La iniciativa no es solo una campaña a corto plazo; está diseñada para tener un impacto duradero, con planes futuros para continuar educando y promoviendo una vida digital más sostenible y saludable. De esta forma, ING aspira a alcanzar a toda la sociedad, inspirando un cambio positivo hacia un uso más responsable de la tecnología.
Por cada giga de descarga se consumen 200 litros de agua para refrigerar servidores.
Este proyecto no solo evidencia que es posible llevar adelante un modelo de negocio en armonía con la Tierra, a través del compromiso genuino con la sostenibilidad y el bienestar de las personas, y demuestra cómo una empresa puede liderar iniciativas transformadoras que aborden los desafíos contemporáneos del mundo digital, sino que refleja una tendencia mundial en la que cada vez más entidades se suben a la ola verde de preservación del planeta.