A través de los microcréditos, la nueva economía imaginada y practicada por Muhammad Yunus es ahora reconocida en todo el mundo. Sus beneficios impactan de manera directa o indirectamente a alrededor de 300 millones de personas. Rechaza el término “filántropo” porque el Premio Nobel de la Paz 2006 quiere ser el embajador de la “empresa social”.
—¿Se considera a sí mismo como un filántropo?
—Si ser filántropo significa dar un montón de dinero, entonces no lo soy. Estoy tratando de lograr objetivos similares a la filantropía, pero recurriendo a los modelos de las empresas para que el dinero sea reciclado una y otra vez. Si ser filántropo significa dar su propio dinero para ayudar a los demás en forma de caridad, ¡entonces no lo soy!
—Usted dice que el dinero proveniente de la filantropía tiene sólo una vida, ¿qué quiere decir con esto?
—Por ejemplo, cuando un proyecto educativo es financiado, el dinero se le da a alguien y, una vez que la persona ha terminado sus estudios, el dinero se pierde. En Bangladesh, reconfiguramos este sistema mediante la concesión de préstamos a los estudiantes con el fin de financiar sus estudios. Al tratarse de préstamos, una vez que la persona adquiere un trabajo, tiene que pagarlo. Este dinero, una vez que se devuelve al prestamista, volverá a ser prestado a otra persona. Una misma suma de dinero puede ser utilizada infinitamente durante años, es esta la diferencia entre la filantropía y la “empresa social”.
—Ha creado el Banco Grameen en 1976, ¿qué recuerda de aquél momento?
—El Banco Grameen fue creado en un momento en que el país (Bangladesh) se encontraba en una situación de extrema pobreza, con el 80% de la población viviendo por debajo de la pobreza extrema. La situación era realmente terrible, porque la gente no tenía casa, no tenía donde dormir, no tenía baño, los niños eran flacos y las mujeres tenían una sola prenda de ropa, cuando éstas la lavaban y llovía, la ropa no se secaba y no podían salir de la casa.
—Lo que es interesante es que este período marca el comienzo de Grameen, ¿no tiene buenos recuerdos?
—Al principio era difícil tratar de sustituir a los prestamistas que aplicaban tasas muy altas de crédito. Por ejemplo, cuando las mujeres querían comprar bambú para hacer canastas el costo era realmente muy alto, pero una vez que vendieron sus productos, los prestamistas tomaron todo el dinero para cubrir las tasas de interés. Esa fue la mayor contribución del Banco Grameen porque las mujeres han sido capaces de mantener una pequeña ganancia de estas transacciones y han logrado desarrollar un sustento de vida con lo que les quedaba.
—Hoy hay 300 millones de personas que se benefician de los microcréditos en el mundo, ¿qué piensa acerca de esto?
—¡Ese es un número enorme! Esto puede transformar la vida de las personas porque permite generar un pequeño ingreso. Pero esta cifra aún no es suficiente. Hoy, con 30 años de experiencia, sabemos cómo se trabaja y debería ser mucho más cotidiano, ya que no son millones, sino miles de millones las personas que deben tener acceso al crédito. Lo que quiero decir es que los microcréditos deberían ser parte de los derechos humanos.
—¿Se siente orgulloso de lo que ha logrado?
—Estoy feliz de que todo esto sea posible. Hoy, la experiencia ha demostrado que era posible proporcionar microcréditos a los más pobres, pero también a la gente rica, tanto los que viven en zonas rurales o urbanas, las personas que son inmigrantes o no. El microcrédito debe estar mejor integrado en el sistema financiero formal. La crisis financiera de 2008 ha hecho pública la necesidad de repensar y recrear el sistema económico porque demostró sus grandes debilidades: es necesario que sea más universal y especialmente rediseñado para incluir a toda la población.
—Con el Banco Grameen ha obtenido el Premio Nobel de la Paz en 2006. ¿Es sensible a estos reconocimientos? ¿Cuál es el más importante para usted, los premios o las felicitaciones de la gente?
—Estos premios son muy importantes porque son una gran oportunidad para que los gobiernos demuestren que adhieren a las iniciativas. Cuando obtuve el Premio Nobel de la Paz en 2006 o la Medalla de Oro del Congreso de EE.UU. en 2013, pensé “si respaldan mis acciones, deben aprobar leyes para que sean posibles”. Cada vez que hay un reconocimiento, se debilita la oposición y se refuerza la adherencia.
—¿Cómo ve ahora su futuro? ¿Siente que usted es un embajador de las microfinanzas y los negocios sociales? ¿Ya ha pensado en algo nuevo que le gustaría desarrollar?
—Hoy “empresa social” incluye a las microfinanzas, pero es mucho más amplio que el concepto de microfinanzas. Con “empresa social” podemos hablar de empleo, medio ambiente y la tecnología como una herramienta sin límites. Mi objetivo en este momento es tratar de explicar qué son los negocios sociales y qué se puede hacer con ellos. Mi deseo es que en 2020 el 5% de la economía global se dediqué a estos. Si sucede se podría vivir en una economía totalmente diferente y mucho más positiva.
Fuente: http://muhammadyunus.org/index.php/media/in-the-media/1350-le-monde-des-fondations
Fotos: http://muhammadyunus.org/